lunes, 13 de mayo de 2013

Rayos y truenos mañaneros, taxistas, traileros y una tipología básica de los tornados.

Al salir de la clínica del ISSSTE que está por la Avenida Constitución abordamos un taxi de regreso a casa. Apenas avanzó el auto empezaron a caer gotas de lluvia plateadas en los cristales y el chófer dijo: Se va a soltar el agua otra vez. 
A lo que respondimos: Y eso que llovió casi toda la noche. 
Añadió el hombre del volante ¿Toda la noche? ¡Si estuvo lloviendo hasta bien entrada la mañana! De hecho, en la mañana cayó un rayo cerca de la clínica, partió un árbol y el trueno se oyó bien fuerte, retumbó.
Nosotros añadimos: Entonces fue el mismo trueno que se oyó en los Condominios y nos sacó del entre sueño con miedo. Estuvo impresionante el ruido y el eco.
El taxista, como si la circulación del coche y el recuerdo de la tormenta estimularán sus palabras nos contó: Las cosas del mundo y de la naturaleza son impresionantes, miren, yo trabajé de trailero en Estados Unidos durante nueve años y allá me tocó conocer los tornados. Antes, los tornados eran delgados y altos; luego, salieron unos que son chaparros pero muy anchos de la base. Los segundos son más devastadores porque se llevan de todo, me tocó ver -desde la carretera- tornados de esos que llevaban animales y camiones en el ojo ¡de todo! Levantan lo que se les atraviese. Esas cosas las ve uno de lejos cuando va en el camino y lo que hace es que se regresa o busca sacarles rápido la vuelta para esconderse, buscar refugio. Y eso no es todo, ahora dicen que hay otros tornados nuevos que son muy delgados y muy altos, tan altos que la boca del cono se pierde de vista en el cielo ¡Se imaginan! Estos últimos nunca los vi pero 
-según cuentan- pueden sacar cosas de la tierra hacia el espacio exterior, porque la boca del cono roza la atmósfera o la puede llegar a traspasar, como un embudo ¡pero al revés! ¿Se imaginan?
Luego, le preguntamos por qué había dejado de trabajar en Estados Unidos y nos platicó una serie de historias sobre sus viajes norteamericanos y su deportación. Todo en una carrera de no más de diez minutos. Si hubiéramos hecho un recorrido más largo tendríamos material para una pequeña novela.



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