No sabemos ahora pero, hace años, la plaza principal de
San Nicolás de los Garza funcionaba como oficina de contratación al aire libre,
para los trabajadores de la construcción locales. La colonización de lo que quedaba
despoblado del municipio se orquestó en ese espacio. Jefes de familia y
pequeñas constructoras llegaban a la
plaza y desde los automóviles gritaban las características de alguna obra
planeada o en proceso y rápido se acercaban los prospectos. Después de cruzar
necesidades, especificaciones y costos se amarraban tratos, subiendo pequeños o
grandes grupos de maistros y albañiles a todo tipo de vehículos para dirigirse
a realizar sus labores.
Parece que este sistema de contratación y la calidad de
los albañiles nicolaítas rebasó fronteras porque, poco después de desatarse el
interés y la moda por los viajes espaciales y la estratificación de clase
extraterrestre (entierros en la estratosfera, compra de nombramientos de
estrellas, viajes y estadías en transbordadores y estaciones orbitales, etc.)
llegó a la plaza principal de San Nicolás el enviado de un rico potentado
extranjero. Su jefe había buscado establecer un contrato con la NASA y la
agencia espacial rusa para levantar una casa en la Luna. En en uno de esos
intentos infructuosos alguien le recomendó: "Ve a San Nicolás, allí seguro
encuentras quien te haga ese jale". Así, un día llegó temprano y gritó en
la plaza: "Necesitamos gente para una obra en la Luna", y, como era
costumbre, pronto se arremolinaron una gran cantidad de obreros de la
construcción y contratistas, quienes conscientes de las dificultades técnicas y
peligrosidad de la empresa apalabraron rápido las bases del contrato, quedando
en mil dólares por adelantado para cada uno de los trabajadores. Esto último motivó que se corriera la voz y prácticamente la totalidad de los albañiles presentes
aceptarán trabajar en el proyecto. Se hicieron varias filas para los pagos que
rápidamente se hicieron en forma pero, al terminar de realizar estos últimos -dicen- que el encargado del proyecto vio a todos muy confiados y contentos, por lo que pronto cuestionó a varios capataces: "¿Bueno, ya les explicamos la obra y les dimos un adelanto, cuándo van a empezar?". A lo que respondieron muy seguros los mayordomos: "Cuando suban el material". Dispersándose todos rumbo a las cantinas cercanas y lejanas a disfrutar los beneficios de tan grandiosa empresa aeroespacial.
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