viernes, 8 de noviembre de 2013

Loberas y loberos

Dejen morir con dignidad a los últimos lobos del norte de México. Nunca van a poder restituir sus manadas ni sus aullidos. El fuego verde y amarillo de sus ojos debe descansar en paz. La gente de las ciudades y al servicio del capital no va a revivir el ecosistema que dio vida y muerte a Kaurama, el hermano lobo.

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